Luz, cámara, acción

Cuando imaginamos una realidad diferente a la actual; cuando nos planteamos un desafío; cuando nos creemos capaces de algo mejor; cuando llenamos nuestros pulmones de coraje y cerramos los ojos para vernos allí donde queremos llegar; cuando la sensación de haberlo logrado es tan real que nos emociona. Entonces, tenemos un sueño y debemos despertar.

Porque cuando tenés sueño, es lógico que cierres los ojos para descansar. Pero del mismo modo, cuando tenés un sueño, debés abrir tus ojos y no descansar hasta verlo hecho realidad. El secreto está siempre en tus manos, pero no sólo en sentido figurado. Sino que son tus manos las que deben empujarte a la acción para poner tus sueños en movimiento.

Los sueños se sueñan con los ojos cerrados pero se construyen estando despiertos, con los ojos bien abiertos. De tu cabeza, los sueños cruzan a tus manos por un puente llamado “acción”, tal como dicen en las filmaciones de películas cada vez que empieza una escena. Porque un guion sin acción, nunca se convertirá en película y será siempre sólo un guion.

Hay quienes se pasan la vida, entre sueños, escribiendo fantásticos guiones; algunos eligen la comodidad de un sillón para echarse a ver películas que fueron escritas y actuadas por terceros; otros en cambio son excelentes actores de historias que jamás imaginaron. Y sólo unos pocos son capaces de escribir, actuar y dirigir la película de su vida.

Es verdad que algunos parten con ventaja, porque no a todos les mostraron cómo soñar y, mucho menos, cómo hacer realidad sus sueños. Es así, algunos tienen más suerte que otros, pero todos deben ser parte de su propia película, una escena a la vez, y en lo posible no como espectadores sino como protagonistas de cada sueño que sean capaces de soñar. 

Guille Vélez