“Sacá el freno de mano, apretá a fondo el embrague, poné primera, acelerá un poquito y andá soltando lento el embrague”. Aunque ella no lo notara, yo estaba nervioso. Sus pies apenas llegan a los pedales, sus manos sujetan firme el volante y su mirada atenta abarca de lado a lado una calle de tierra, en el medio del campo, sin más testigos que algunos patos.
Como suele ocurrir en estos casos, no tuvimos suerte en el primer intento. “Tranquila, vamos de nuevo”, le dije. “Apretá el embrague, poné punto muerto y dale arranque una vez más”. Y ella, obediente como nunca, siguió las indicaciones al pie de la letra mientras se preguntaba, entre dientes, porque lo llaman “muerto” a ese punto en la palanca de cambios.
“Bien, repetimos todo igual, pero soltá el embrague más lento y acelerá solo un poco”. Su mirada, clavada en la mía, lo decía todo y más: “Te entendí la primera vez que lo dijiste, pero decirlo es fácil, lo difícil es hacerlo”. Ella comprendió mi mensaje y yo aún más el suyo. Entonces, solo atiné a darle una vez más la señal que esperaba: “poné primera”.
Recién en el cuarto intento nos echamos a rodar, lento pero seguro. A escasos 20 metros la segunda entró casi sin notarlo, con naturalidad. Y un trecho después frenamos, sus ojos buscaron aprobación en los míos y su sonrisa fue un digno reflejo de la magnitud de su logro. Y yo, yo solo quería abrazarla y agradecerle por dejarme ser testigo de ese momento.
Así es la vida hija, lo difícil es poner primera y arrancar. Si lo lográs, lo que viene después es disfrutar del camino. Si no lo hacés, te quedás ahí quieta viendo cómo todo, menos vos, se mueve. “¿Y? ¿Te resultó más fácil o más difícil de lo que esperabas?”, pregunté. Y ella, ya relajada, me dijo: “Ahora que ya lo hice, no recuerdo lo que sentía antes de intentarlo”.
Poné primera, lo que sigue es más fácil.
1 comentario en “Poné primera”
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Sos tan capo!! Grosa mi sobri y groso el papá con esas enseñanzas. Los amo